Brasil o por qué nos sorprende lo evidente

Por Santiago Hernández

Desde el primer día de su gobierno Bolsonaro abrazó la idea de que la democracia brasileña era un sistema cien por ciento falso. En su primer discurso junto a la biblia puso un libro de Olavo de Carvalho, influyente pensador que se consideraba el partero de la nueva derecha brasileña. Un cruzado contra el globalismo, el cambio climático, los homosexualidad  y todas aquellas ideas de la izquierda que, según él, al no haber podido destruir la propiedad privada, ahora buscan destruir la familia para luego poder destruir la propiedad privada.

No sería nuevo hacer un análisis del negacionismo y la reedición de dicotomías de la guerra fría mezcladas con conspiracionismo reptiliano que anidan en las actuales constelaciones derechistas. Propongo hacer el ejercicio de análisis pivoteando sobre 3 elementos que juntos producen una alquimia que es diferente al análisis de las partes: 1) La visión del mundo de la derecha; 2) El marketing y la comunicación digital; 3) la movilización callejera.

Integrismo Conservador de Autoayuda. La nueva visión de la derecha se ha despojado de anclar su discurso en la realidad y la verdad asentada en hechos. Las convenciones que hacen posible la vida en comunidad requieren que todos creamos más o menos en las mismas cosas y que incluso cuando acusamos desde nuestra perspectiva al otro de mentiroso, estamos denunciando que se tergiversan de manera deliberada hechos concretos. Esta nueva cosmovisión conservadora no se trata de “mentirosos” ellos ya no tienen estos problemas, les es totalmente indistinta la verdad.

Esta nueva forma de intervenir en la realidad aglutina a la derecha en algo que podríamos denominar “integrismo conservador de autoayuda”. Teorías conspirativas y máximas viralizables ofrecen un microrrelato que funciona como remedio para la angustia objetiva de miles de personas que, educados en el paradigma de la movilidad ascendente ven peligrar su posición en la estructura social más allá de sus decididos esfuerzos por mantenerse en pie. La narrativa de derecha es efectiva porque suprime radicalmente la angustia y la inseguridad. Restablece un marco identitario basado en premisas simples que apelan a las bajas pasiones, otorgándole un sentido de pertenencia a quienes se perciben olvidados de los políticos tradicionales tanto de izquierda como de derecha.

La apropiación de lo digital. El italiano Davide Casaleggio, dueño de la marca del Movimiento 5 Estrellas afirmaba “la vieja partidocracia es como un videoclub bluckbuster y nosotros somos netflix”. En una suerte de estructuras orgánicas-algoritmo, la derecha tiene respuestas rápidas y eficientes para los consumidores de política. Los estudios demuestran que con un pequeño porcentaje de bots se puede cambiar el clima de opinión, afectando los ámbitos de decisión y la sociedad queda expuesta inconscientemente a sus influencias. Los ciudadanos interactúan con robots de opinión y se dejan manipular por ellos: como se ve en el caso de Brasil los financistas vinculados al bloque agroindustrial invirtieron en fortalecer canales digitales para los simpatizantes de Bolsonaro, y luego ya no se necesitan robots porque se automatiza el comportamiento de un núcleo importante de seguidores.

Por eso, vemos cada vez más seguido en las campañas, múltiples crisis en torno a los candidatos; ya no son los mejores argumentos los que prevalecen sino quienes sobreviven mejor a una guerra de información (falsa muchas veces) alimentada algorítmicamente. En esta dinámica, poco lugar queda para el diálogo, poco lugar queda para el intercambio discursivo. La información no es un recurso para los argumentos, es un recurso para cohesionar la identidad, por eso, no importa la verdad de la misma. Así, como señala Byung-Chul Han, “surgen necesidades y esfuerzos para organizar espacios en la red en los que vuelvan a ser posibles las experiencias de identidad y comunidad, es decir, para establecer un mundo de la vida basado en la red que se perciba como natural y aproblemático. La red queda entonces tribalizada.”

Por qué apelar a las fuerzas de seguridad si podemos movilizar a la sociedad a favor de nuestros intereses. Históricamente han sido los proyectos populares los que han tenido mayor capacidad de movilización social, sus principios igualitaristas y de justicia tenían capacidad de movilizar a las mayorías agredidas contra los gobiernos que castigaban. Los ciclos populares iniciados en los 2000 nunca pudieron resolver la relación Estado-movimientos populares, alforaron las tensiones, las diferencias, y la “familia del campo popular” nunca pudo saldar ese debate. En cambio, la derecha viene transitando a fuerza de think tanks como CitizenGo procesos de unificación.

Una visión atractiva para explicar los males de un capitalismo en el que no hay lugar para clases medias y crecen las brechas; un ecosistema digital que permite la tribalización y la convicción de disputar la calle, en estructuras sumamente verticales que se ordenan con un férreo control de los recursos y los voceros validos, algo que permite la red digital a través de influencers que fueron previamente aprobados son el nuevo dispositivo en el que se mueve la derecha que demuestra haber aprendido mucho de analizar las virtudes de las fuerzas populares.

Espacios como la CELAC  deberían patrocinar usinas de pensamiento y acción que contrarresten el integrismo conservador que pone en peligro la democracia, a la vez que el campo popular debe volver a llamar a las cosas por su nombre, sincerar discursivamente aquellos hechos que vienen imposibilitando la vida digna que tanta desesperanza produce y alimentan a la derecha.  Los relatos que despiertan las bajas emociones humanas deben ser contrarrestados con discursos racionales, sí, pero también sensibles. Recuperar la democracia es recuperar la creación de comunidad, que no es otra cosa que verdades compartidas.

Este artículo fue publicado por primera vez en BigBang!News

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Etiquetas: Brasil Noticias PAC